...para declarar noviembre de 2010 como uno de los meses más atípicos, emocional, profesional y -sobretodo- personalmente enriquecedor. Paso a explicar por qué.
En agosto de este año me invitaron a un curso de auto liderazgo en Holanda, organizado por el trabajo. Veintiún jóvenes profesionales de todo el mundo fuimos seleccionados, cada uno con diferente profesión, edad, intereses y, obvio, nacionalidad. Como está de moda decir ahora: diferentes backgrounds. Así que del 31 de octubre al 5 de noviembre estuvimos concentrados en un hotel en La Haya acompañados por excelentes profesores y un clima templado que hizo agradable una tarde de bicicleta desde el hospedaje (ubicado en la playa) hasta el centro de la ciudad, el downtown.
Era un curso estricto. Dinámicas grupales desde las 8:30 am hasta las 6:30 pm, equilibradas por ahí con teoría sobre trabajo en equipo, sesiones de feedback, la estrategia de la empresa, hacia dónde va, qué busca, qué busca de nosotros los "talentos" (mientras no seamos tan-lentos, tudo bem). Por la noche, a partir de las 19 horas, la cena con la visita de tres a cuatro funcionarios, líderes todos ellos, Directores Corporativos, Gerentes Generales, un par de miembros del Board... wow! toda la clase alta comiendo a tu lado... había que hacer lobby, vencer el inglés y mostrar lo mejor de uno... vamos! que levante la mano aquel que no hubiese tratado de mostrarse como un profesional ejemplar!
La última noche juntos fue de karaoke. Excelente! Sencillamente espectacular, todo: la convivencia, el respeto mutuo, el trato. Todo. Para muestra de lo bien que la pasamos les dejo una foto grupal:
Volví a Lima y la motivación del curso me duró dos días o un poco más. No he logrado descubrir por qué, pero ahí no más me confirmaron que vendrían cerca de 18 personas para hacer un trabajo en equipo aquí en Perú. Los esperé con ansias por ver los resultados. Por aplicar lo que había aprendido en Holanda sobre trabajo en equipo. Me tuve que mudar al hotel con ellos para hacer más eficientes las horas del día. Ojo, no las horas de trabajo, sino las del día.
Bootcamp le llamaron a ese pequeño proyecto de una semana y realmente fue un campo de concentración que arrancó el domingo 28 de noviembre y duró hasta el viernes 3 de diciembre. Arduas horas de trabajo pero con final feliz, exitoso y sobretodo con una alegría personal por haber conocido gente (no digo profesionales, sino gente, personas) A1. Me gustó mucho.
A pesar que ambos son experiencias parecidas por el número de personas involucradas o la duración, hubo algunos detalles que hicieron que no todo sea similitud entre ellas. Por ejemplo, el idioma: en Holanda, todo fue en inglés, masticado como el mío, perfecto como el de los holandeses, pero inglés al fin y al cabo. Otro punto es el promedio de edad, en Holanda era de 30, 31 años aproximadamente; acá en Lima era como 25, 26 años. Es curioso este detalle porque, un poco, mi actitud se vio sesgada por él: en Europa tendí a adoptar una posición más de receptor, de aprender del resto por lo mismo que venían como mayor expertise en sus campos de trabajo. En Lima, quise ser uno de los que más aporte, participando activamente, luchando contra la pasividad que a veces se apodera de mí. Creo que no lo hice mal.
Algo que me queda claro es que no debo emitir juicio por anticipado. Para ambas experiencias tuve el primer pensamiento de "ya quiero que pase esta semana rápido" y para ambas mi conclusión final fue "que pena que esto se acabó". Justamente, ahora que escribo estas líneas tengo una especie de nudo en la garganta por lo que vi, dije, sentí y reí, incluso por lo que callé.
No me considero el católico más practicante del mundo pero sí reconozco que ahora último he aprendido a iniciar y terminar mis días hablando con Dios, dedicándole cada cosa que haga y por ello dejo todo en sus manos. Y Él, genial como Él solo, me ha demostrado una vez más que existen los ángeles, aquellas personas que pasan por tu vida para sacar lo mejor de ti, para robarte las mejores emociones y sonrisas, para que sientas que cuando encuentres uno de ellos solo, no lo dejes ir de tu lado. Ojo, dije solo/a.
Ya para terminar (hace mucho que no escribía tan extenso), quiero decir los (te) extraño.
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