Este es un breve pero de-todo-corazón homenaje a mi madre, Ana María, inclaudicable mujer que a sus "40 años" -respuesta habitual a mi pregunta sobre su edad- ha sabido sacar adelante a su familia (mi papá también es fundamental así que viejito, no te preocupes, ya estoy preparando un post para tí también).
Mi mamá es limeña, con corazón chiclayano. Es realmente el timonel que ha sabido capitalizar la fuerza de mi papá, el motor. Tanto a mí como al resto de la familia siempre nos ha sabido dar su opinión de manera frontal con choques y respuestas de por medio, pero siempre -en esto mis hermanos me darán la razón- hemos tenido presente sus palabras, las que en principio creíamos prescindibles.
También es de aquellas madres "modernas" que pisan la cocina sólo para ver qué falta en el refrigerador y hacer la lista de compras. Recuerdo que alguna vez en el colegio me pidieron describirla en breves líneas y concluí con una frase como ésta: mi madre es la mejor pero no le gusta cocinar. Y es que lo que más le gusta preparar son tallarines con mantequilla, plato que -como todos sabemos- requiere de una pericia y exigencia extraordinarias, dignas de campeonato gastronómico organizado por algún programa del mediodía (me va a matar mi mamá cuando lea esto).
Cuando era niño, de 5 años más o menos, recuerdo haber despertado más de una vez al son del gorrioncillo pecho amarillo en la voz de mi mamá. Ella limpiaba las lunas, yo las legañas. Mañanas así son las que incitaban a portarse bien y quedarse tranquilito viendo televisión mientras ella hacía las cosas de la casa.
Ella era siempre la que me sacaba de apuros, como aquella vez que -por error o por distraído- me llevé al nido el reloj de mi papá, anécdota que siempre cuento en reuniones familiares, trago de por medio por cierto.
Era ella la que me arreglaba para mis actuaciones en el nido, la que estaba detrás de la señora que confeccionaba mi disfraz de pollo en segundo primaria o del terno de confirmación, etcétera, etcétera.
Mi madre es la que reprocha mis amanecidas también y la que sabe que mi abuelita (su mamá) me cubre algunas -¡varias!- para no preocuparla. Es la que exige que ordene mi cuarto y bote los cachivaches de mi cuarto, la que pedía ver mis notas, la que me pregunta siempre por los vagos de mis amigos del colegio, la que me exige no ser tan ingrato ("gasta un sol siquiera, Hugo Alonso").
Ahora aprovecho la oportunidad para terminar estas líneas con las frases célebres que suele pronunciar mi madre, por lo general relacionadas conmigo pero que podrían aplicar para cualquier destinatario.
Hoy no es día de la madre pero cualquier día es bueno para rendirle homenaje a la autora de tus días y, como diría "El macho de América", Lizandro Meza, bendita sea mi madre, por haberme parido macho.
Frases acuñadas por mi madre:
- ¡te destapo el cerebro!
- 'uta Hugo Alonso...
- ...no te pases de pendejerete
- hijito, ¿cómo está tu abuelita? (esta es clásica a la hora de hablar por teléfono)
- límpiate bien el p**o
- cuida tu cuerpo
- no gastes tu plata en chupar
- ¿y ya te pusieron notas? (esta es de la época de la universidad)
- ¡no me hagas renegar!
- ¡vieja tu abuela! (esta me da mucha risa)
Nota de redacción: con fines didácticos y de tener más claro cómo eran mis primeras horas del día durante mi infancia, les presento el video de la canción que cantaba mi mamá:
1 comment:
Lindo post, Hugo Alonso... me has hecho recordar con cariño aquellas frases que en su momento fueron aterradoras: "aaayyyy, que te vuelo las muelas de un sopapo", "te rajo, ya sabes!", "muchacha de m...". Yo también adoro a mi madre, aunque siga siendo aterradora a veces.
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