Anoche me estaba yendo a una reunión por la despedida de un compañero de trabajo. Habíamos quedado en tomarnos unos piscos en La Caleza y luego... ni idea, algo saldría.
Cuando estaba a unas cuantas cuadras del local me llaman a decirme que se habían ido para otro lugar, el Pub Inglés, más cerca a mi casa.
Luego de la requintada interior me bajé del micro y pensaba cómo llegar lo más pronto posible (tenía otra reunión a las 10 y eran las 9). Mientras miraba a todos lados para ver por dónde pasaban los micros, iba avanzando con dirección al local, alejándome cada vez más de las zonas por donde suele transitar el transporte público. Algo lógico considerando que no disponía de mucha plata y 'ahorro es progreso'.
A pesar de saber que me separaban cerca de 20 o 25 cuadras del lugar, igual seguí para adelante, a paso ligero, con dolor de pantorrillas y premura porque no me gusta llegar tarde a ninguna cita y ya eran 9:10 de la noche.
Corté camino por unas calles -lo que redujo mi 'viaje' de 25 a 22 cuadras- e iba tratando de responderme la pregunta: cuándo fue la vez que más caminé en mi vida.
La última semana de Mayo y la primera de Junio hice un viaje al Viejo Continente. Tenía que partir de Lima a las 00:00 horas del viernes 25 y llegar a París a las 9 de la mañana (hora local) del sábado 27. ¿Por qué tanto tiempo de viaje?
Sucede que tenía una pequeña escala de no más de 10 horas en la ciudad más cosmopolita del mundo: New York. ¡10 horas!
Emocionado porque no todos los días se hace un viaje de esa magnitud, me embarqué junto a una muchachada de estudiantes canadienses rumbo a la tierra del tío Sam. Avión repleto y, por ende, menos velocidad, ergo, más tiempo de viaje. Rodillas flexionadas, misma postura, un gordo al lado, un viaje complicado en resumidas cuentas.
Llegué a Estados Unidos, me registré en Aduanas, busqué mi maleta, la envié para la bodega de una vez, salí a buscar la manera de llegar a Manhattan (porque de ninguna manera me iba a pasar las 10 horas metido en el Aeropuerto), encontré el Airtrain, compré mi boleto para salir rumbo a la ciudad y me paré a esperar el siguiente tren.
Llegó uno que venía reventando y me metí a la prepo, a la peruana, como un usuario más de todo Javier Prado, Pershing, La Marina, todo Universitaria, mi mochila quedaba fuera del tren, la puerta no iba a cerrar ni a patadas, hasta que escuché la voz de una señora que decía Another train is coming in five minutes. Entendí la indirecta y me bajé. Papelón.
Efectivamente, no pasaron ni 5 minutos y llegó otro más vacío. Subí.
Durante el viajecito (que duró cerca de 20 minutos) grabé un video que aquí se los presento.
Me di cuenta que había llegado a algún lugar importante porque absolutamente todos los pasajeros en el tren se bajaron; así que, ni corto ni perezoso, también bajé.
Subí unas escaleras y llegué a una sala dónde la gente pasaba apurada de un lado a otro. Me quedé sorprendido sin imaginar lo que iba a ver después. Como diría mi amiga Giuls: pobrecito que zonzito. Y así fue.
Avancé hasta un Policeman y le pregunté (con bastante esfuerzo) excuse me, sir. How can i go to Manhattan?
Por su expresión deduje que le había preguntado algo así como de qué nacionalidad es usted.
Sólo atinó a decirme You are in Manhattan.
En ese momento lo único que se me ocurrió fue preguntarle cómo llegar a la Quinta Avenida. Me dijo que salga por la puerta que estaba a su derecha y avance 3 cuadras. Y así lo hice.
Primer obstáculo pasado con mediano éxito.
Llegué a la Quinta Avenida en su trigésimo tercera cuadra. Lo que vi me impresionó mucho. Bastante gente, orden, lujo, otra cosa. Definitivamente me encontraba parado en unos de los lugares más transitados del globo. Impresionante.
Para esto me había grabado bien por dónde había caminado para no tener problemas a la hora del regreso, tomando en cuenta que la estación donde ma bajé (con la que luego me llevaría una agradable sorpresa) era la misma por la que debería partir rumbo al aeropuerto para seguir el viaje a Europa.
En la 33 tenía 2 opciones claras: caminar hacia la derecha o hacia la izquierda. Me daba lo mismo porque no tenía idea de lo que había para un lado ni para el otro.
Tomé una foto del lado derecho y caminé hacia el opuesto. Creo que no me equivoqué.
Me encontré con lugares muy famosos e interesantes. Desde St. Paul's Cathedral hasta la tienda de Kenneth Cole. Desde la Biblioteca pública (sí, esa que sale en el Día después de mañana) hasta Dolce & Gabanna y desde el Rockefeller Center hasta el Empire State Building. Espectacular.
A todo esto, muchos de estos lugares estaban cerca de la cuadra 60. El ESB en la 25 más o menos. Conocí un pequeño parque en la 20. Busqué una estación de bomberos (a pedido de Carla, que no es C por si acaso) en la 43 de la Quinta. Avancé por Broadway para regresar a la estación del tren, en la Sétima, que luego me di cuenta que ¡era el famoso Madison Square Garden! Tuve que buscar un lugar barato para almorzar. Incansable ese día. Lo mejor era que iba a dormir todo el viaje que venía.
Contando todas las idas y venidas caminé cerca de 70 cuadras, sin exagerar. Se los puedo demostrar matemáticamente porque sé que hay algunos incrédulos.
El hecho es que, aún estando solo, la pasé muy bien. Conocí mucho y todo a pie, lo que lo hizo aún más interesante. Practiqué el inglés y me tomé hartas fotos. Aquí les muestro unas cuantas. El resto en el hi5 (http://havaldivia.hi5.com/).
Slds.
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