Dicen que un dieciocho de enero de mil novecientos ochenta y cuatro nací a poco de comenzar el día. Los más memoriosos estiman que pasaron treinta minutos luego de la medianoche e hice una aparición digna de flashes y portadas (modestia aparte).
Hoy, en dos mil diez, un año más de vida no se recibe con la misma expectativa con la que un niño -o inclusive un adolescente- lo recibiría; sin embargo, cargo dentro mío un saco lleno de alegría y tranquilidad. Contra lo que algunos pudiesen pensar, me siento tranquilo conmigo mismo y eso no tiene precio.
A la pregunta que me hicieron durante la semana que acaba de terminar sobre cómo me sentía (siento) a puertas de mi santo, insisto, me pongo terco, recalcitrante y vuelvo a decir que he vivido lo que esperaba vivir. Ahora toca dar un gran salto y vivir con más cautela pero no por eso con menos intensidad.
Me dejo una gran sonrisa y un gran abrazo a mi mismo, porque he aprendido a quererme y a vivir bien conmigo mismo. Puedo llegar conmigo hasta la muerte.
¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, HVGO ALONSO!!!
